domingo, 18 de diciembre de 2011

Semilla Conocer florece en Laberintos que semillan Conocer


Esto es una moneda, pero a la vez es una semilla. Semilla de un entendimiento que despierta esa moneda, entendimiento que tal vez, ni siquiera tenían quienes la concibieron... aunque... me pa que sí entendían lo que pretendieron y lograron expresar.
Entendimiento que desde muy antiguo, antes de la historia, algunas tribus de predecesores de la historia, ya tenían por significativo, como vemos en el laberinto más antiguo del mundo, que se entiende como petroglifo de hace 7000 años, del pueblo protohistórico Ligur del norte de Italia, parientes de Helvecios y Vascos, concebido algo antes de la última intensa glaciación.

Desde que aparecimos sobre esta tierra, el conocimiento nos ha asombrado y permitido cantidad enorme de progresos. Somos seres de conocimiento, aunque haya ciertas cosas bastante importantes, a cuyo conocimiento, no alcanzamos a acceder, al menos hacia afuera.

Y esa Semilla del Conocimiento, superó eras,

atravezó continentes

Cruzó Océanos

El conocimiento es una atrapante dimensión de nuestra especie, movilizada por la necesidad, resultando en asombro y avance, progreso que nos ha traído hasta aquí.

Sin embargo, muchas veces nuestro ingenuo fluir ses quebrantado por conocer algo que nos hiera. Conocer acerca de aquello que nos angustie o que nos deprima, es algo que muchas veces durante la existencia, resulta inevitable. Y, es precisamente nuestra cultura actual la que incentiva el conocimiento y la investigación, muchas veces conduciéndonos a conocer aspectos que nos provocan sufrimiento.

Enterarse de la muerte de un amigo querido, enterarse del efecto indeseable de un error inadvertido, descubrir la pena que nos causa saber ciertas cosas, son aspectos que van como sombra, constantemente persiguiendo la búsqueda de conocimiento. Y, no siempre conocer, nos libera o hace crecer. Conocemos cantidad de casos en que el conocer, en lugar de mejorar, degradó, donde ya existía simiente para la decepción, bastó conocer la verdad para cumplirla y resentir la actitud.

¨Renuncia al Conocimiento y no tendrás dolor¨ dice uno de los proverbios del ¨Tao Te Ching¨ de Lao Tse. Escrito cerca de 600 años del comienzo de nuestra era cristiana, vemos que los humanos tenemos conciencia de este aspecto, desde hace bastante, aunque la super hipnosis que provocan los resultados tecnológicos del conocimiento, continuamente nos tientan a más investigar y más conocer, expandiendo la candidad de laberintos, como galaxias tiene el Universo hacia su ¨infinito y más allá¨

No estamos seguros si los ¨cretinos¨ o ¨cretenses¨ quisieron sugerir estas ideas en su moneda, donde el laberinto lleva el título KNO. Entendemos que Knossos es la capital de Creta desde hace milenios, y, es una palabra sospechosamente cercana a gnosis y la imágen que nombra, expresa la realidad del esfuerzo que cuesta alcanzar el conocimiento, que siempre es, recorrer un laberinto.

Conocer implica explorar y aprender, adquirir y afianzar, ordenar y almacenar.
Explorar y aprender, adquirir y afianzar, ordenar y almacenar implican recorrer laberintos.

Alcanzar conocimiento significa haber recorrido el laberinto necesario para alcanzarlo.
Y puede, como tantas veces ha pasado, que en el intento de recorrer el laberinto para alcanzar algún conocimiento, uno termine quedando perdido en el camino, sin llegar al meollo, o centro.

Explorar laberintos conduce al conocimiento.

Y a simple vista, los laberintos más perfectos, por su perfecto cierre, semejan nuestras huellas digitales, semejan el corte de nuestros cerebros. Semejan las ondulaciones en el estanque de agua calma donde la gota cae, la golpea y excita en concéntricas ondulaciones.


Explorando hacia lo alto o hacia lo bajo, siempre nos topamos con tortuosos caminos que quizá, puedan llevarnos a la gnosis. Difíciles curvas y contracurvas, por momentos yendo clockwise, al momento andando contrarreloj, que vamos hacia arriba, que volvemos hacia abajo.

El único centro que los humanos conocemos y sentimos está adentro nuestro, ya que, rara vez estamos en el centro exacto de algo, sea una reunión, un grupo o un punto geográfico, que siempre, contienen otros centros posibles.
Pero el Centro Verdadero que el Humano puede sentir y palpar, sólo puede encontrarlo dentro de sí. Afuera, por mucho que arrime, nunca dará con él. Y, todos entendemos lo que es estar centrados o andar descentrados...


Hacia los cuatro puntos cardinales, tenemos una bella flor de laberintos. Vayamos hacia dónde vayamos, se abre laberinto tras laberinto. Y los humanos, siempre hemos encontrado esta realidad asombrosa, donde incluso, viajar hacia adentro en la exploración de la calma, si uno avanza con excitación y ansia, sólo genera más laberintos, aumentando la progresiva de laberintos.

Sólo deja uno de enredarse en galletas de caminos por desenredar cuando fluye en calma, dejando que cada cosa llegue, cuando sea oportuno.
¨Yo no busco..., encuentro¨. decía Pablo Picasso

Finalmente, vayamos al Norte, al Sur, al Este y al Oeste, viajemos hacia arriba o hacia abajo, hacia los seis puntos cardinales, sólo encontraremos laberintos. En el único punto donde no los hay, es precisamente en el Centro... el de Adentro!

en el espacio del centro del dibujo, y del anterior, donde no hay laberintos, estamos nosotros, que siendo nada, contenemos dentro el Unico Centro Posible de Sentir en esta existencia, Adentro.

Esbozo de la Paradoja Americana